viernes, 25 de septiembre de 2015

El monumento al chiclero en Escárcega, Campeche: ¿y cuándo se erigirán otros en Yucatán y Quintana Roo?




Más que a chicleros campechanos, el monumento al chiclero erigido por el gobierno de Campeche y autoridades locales del municipio de Escárcega, debe representar a los chicleros peninsulares (de los tres estados de la península), a los míticos tuxpeños, a los del centro del país, de Guerrero, de Tabasco, de Oaxaca, de Jalisco, de Belice, de Guatemala, pues de todas partes arribaron los olvidados chicleros, durante el tiempo de ruido y furia de "la hojarasca chiclera” (1900-1950).
Y esto lo digo porque pueblos y ciudades que hoy pueblan la región chenera y la región cercana a Quintana Roo, fueron otrora hatos chicleros donde convivían una miríada de hombres, mujeres y niños, de procedencia diversa. Estas localidades, sembradas en lo que fue algún tiempo La Montaña Chiclera, tienen sus orígenes en la ola migratoria de chicleros de diversas partes de la república.
Hay que alabar a los campechanos por el monumento a estos míticos chicleros, que hoy sólo los recuerdan las personas de los pueblos que en un tiempo fueron chicleros, así como unos cuantos historiadores de la temática del chicle. Hay que alabarlos, y señalar a un tiempo lo olvidadizos y poco agradecidos que son los gobiernos yucatecos y quintanarroenses por estos hombres y mujeres que drenaron la economía regional.
Ellos, esos hombres del machete moruna y machete pando, forjaron más de un destino, ellos construyeron riquezas regionales e internacionales, ellos igual se jugaron la vida en los bosques tropicales para dar al mundo la resina con que se hacía el chicle. Durante las dos guerras mundiales y la guerra de Corea, junto con la morfina sinaloense, iba el chicle extraído de las venas forestales de la Península de Yucatán, y este chicle servía como recurso indispensable y de primera necesidad, para los soldados yanquis: los efectos tranquilizantes del chicle maya, son legendarios, los sabios mayas lo sabían.
Este monumento, esperemos que no sea el único, pues en pueblos yucatecos como Peto, Chemax, Tzucacab, o en varias localidades de Quintana Roo, igual se tiene una deuda histórica para con ellos.

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